miércoles, 10 de septiembre de 2014

10 stage: Malmo - Ystad - Ales Stenar

Nos levantamos algo más pronto, hoy teníamos programado el día. La idea era trasladarse unos 100 kms al este de Malmo para visitar un pueblito curioso (Ystad) y una formación histórica que existe en Suecia en un paraje francamente bonito. Sí, tras miles de kilómetos en el cuerpo habíamos decidido hacer unos 250 kms para no perder la costumbre.

Y en esas, empezamos camino, y nada más empezar decidimos comprobar la presión de las ruedas asi que, un recorrido que se tarda una hora a velocidad normal, tardamos casi dos pues nos detuvimos en varias gasolineras para comprobar la presión de las ruedas. Nota: en Suecia, la mayoría de las gasolineras no tienen aparatos para comprobar la presión.

Con las presiones de los neumáticos fetén, llegamos a Ystad, esta vez, la lluvia nos había dado tregua y el sol coronaba el cielo. Ystad es bonito, no es una maravilla pero es bonito, un pueblo con calles peatonales pintorescas que requieren un paseo pero nada más. Comimos pronto, como buenos suecos, y nos dirigimos a Ales Stenar sin saber muy bien que encontraríamos allí.

Al llegar, un colina se alza enfrente de ti, y tras dejar el coche empiezas a caminar pensando, iluso de ti, que serán 10 minutos. La subida es dura, no es especialmente larga pero es dura, y el aire que hace por esa zona lo hace especialmente desagradable. A mitad de camino te preguntas si merece la pena seguir, el dolor de cabeza por el viento empieza a consumirte. Pero merece la pena,y  mucho, el paraje es espectacular: un acantilado frente al mar en el que todavía la mano destructora del hombre no es visible y en el que el turismo no ha llegado a degenerar. Allí estuvimos un rato, caminando y haciendo el tonto, pero tampoco nos entretuvimos demasiado. Debíamos volver, Oliver esperaba en casa.

Volvimos a casa, Oliver parecía que se portaba bien, y por evitar jaleo en casa, Cris y yo nos fuimos a la feria de Malmo (sí, también coincidimos con la feria de Malmo sin saberlo). Tras un paseo rápido por la feria volvimos a casa a cenar, pronto, para no perder las costumbres.

Los días en Malmo se acababan, llegaba nuestra última noche, ya eran menos los días que quedaban de viaje que los que llevábamos en el cuerpo. La nostalgia empezaba a invadirnos. No queríamos empezar la vuelta, las obligaciones nos llaman.

Ahora, debíamos descansar. El regreso, sabíamos, iba a ser duro.

Saludos