jueves, 15 de marzo de 2012

¿Hasta cuándo?

Me permito el lujo de adjuntar la siguiente carta. No merece más presentación.

 "Muy señores míos:

Buenos días, me llamo Juan Enrique, tengo 29 años y soy Ingeniero de Caminos, cuando acabé la carrera estuve un tiempo trabajando en una constructora, pero cuando se ejecutó la promoción, la empresa cerró y desde entonces llevo año y medio desempleado.

Durante este tiempo he intentado perfeccionar mi nivel de idiomas, y actualmente estoy cursando un máster en administración de empresas. De igual modo, para costearme mis gastos, puesto que vivo en casa de mis padres, doy clases particulares a niños de cualquier edad. Los meses que llego a 350 euros representan un éxito extraordinario. Al mismo tiempo, dedico una hora diaria a enviar currículos a cualquier oferta que pueda encontrar.

Me es indiferente el nivel de estudios que pidan y el salario que puedan pagarme (el hecho de tener un contrato y cotizar a la Seguridad Social sería una proeza para mí). En la actualidad sobrepaso los 2.000 currículos enviados a todo tipo de ofertas, de todo tipo de países. La última vez que me llamaron para realizar una entrevista telefónica fue en mayo de 2011.

 La amplia mayoría de las ofertas que encuentro exigen un nivel de experiencia surrealista (7, 10, incluso 15 y 20 años) realizando funciones ultra-específicas, al igual que un nivel de idiomas altísimo, no sólo en inglés que ya dan por hecho que es del tipo C1, sino francés, alemán, ruso, árabe, búlgaro... lo que puedan imaginar.

De esta manera quiero desterrar el bulo creado alrededor de la necesidad en Alemania de contratar ingenieros. Específicamente he enviado allí más de 200 currículos contabilizados y me han rechazado en todas y cada una de las ofertas por los motivos anteriormente expuestos. Aunque, debo resaltar que el trato dado por las empresas alemanas dista mucho del trato despectivo recibido de las españolas.

 En cuanto a España, la inversión en obra civil se ha reducido en un 60% y bajando; y el desempleo en mi colectivo se ha multiplicado por 10 en los últimos tres años (algo como si en España hubiéramos pasado de 2 a 20 millones de desempleados en este período). Lo cual establece un panorama bastante tenebroso para toda mi generación a nivel nacional en los próximos años.

Resumiendo, trabajar en el extranjero es inviable por la escasez de recursos económicos que poseo, la falta de experiencia y el hecho de no poseer un nivel de idiomas estratosférico. Trabajar a nivel nacional, directamente imposible.

La única opción es diversificar, formarme en otras áreas con las esperanza de encontrar un trabajo ahí, continuar aceptando trabajos basura e ilegales y olvidar que he dedicado mi juventud a adquirir una formación excelente que nunca llevaré a la práctica.

Juan Enrique Téllez"

 Francamente, a uno se le cae el alma a los pies. Me siento identificado. Tengo miedo de que ese sea mi futuro. Un futuro que me he labrado con ilusión, con esfuerzo y sacrificio y que parece, el mercado en el que me inserto está dispuesto a arrebatarme a base de manotazos.

Dudas. Dudas acerca de todo el tiempo que has invertido en estudiar algo con futuro. Vuelves la vista atrás y te das cuenta de todo el ocio que has sacrificado por estudiar esta o aquella asignatura. Ese viernes en casa, ese sábado abriendo bibliotecas, esas noches de estudio. Esas tardes al sol que he dejado de vivir. Esos planes que nunca pude hacer.

 Como me dice un compañero, "Nadie sabe lo que es estudiar esto. Uno puede estudiar más o menos en otras carreras, incluso suspender. Pero nadie me entiende cuando le digo que he estudiado más un examen que él en toda la carrera y he suspendido".

Y todo para nada. Ahora, estoy muy cerca de entrar en el mercado laboral como Ingeniero de Caminos. Dudo que se valore todo lo que se deja atrás. Y creedme, es frustrante. Hace 6 años y medio dejé atrás muchas cosas por tener un futuro prometedor como ingeniero. Ahora, me vale con tener un futuro. Cuestión de adaptarse.

Este es el país en el que vivo. En el que vivo y del que me siento avergonzado. Un país que desprecia a sus jóvenes hasta niveles insospechados, que hace que miles de jóvenes nos veamos obligados a lo que no queremos, irnos fuera. Un país que dentro de 10 años echará la vista atrás y se preguntará porqué no puso remedio antes. Entonces, será tarde.

Cuidarse.

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