lunes, 26 de marzo de 2012

La inteligencia emocional

Recién llegado a casa. Tocaba visitar obras. La linea de alta velocidad de Cáceres ha sido el destino. Y la visita ha sido tan interesante como cansada. Pero lo interesante no venía por las obras, si no por el mundo, los personajes con los que allí hemos topado. He aquí, la experiencia de un proyecto de más de 100 millones de euros:

 Al llegar a la obra, todo es nuevo. La gente, el polvo, la logística, la maquinaria, todo sorprende y en casi nada te fijas, porque la inexperiencia del novato contrasta con la rutinaria vida del ingeniero de alli. Lo extraordinario para nosotros es rutinario para ellos. Y la obra quema. Eso lo he oído fácilmente 20 veces hoy. Primera parada, túnel de alta velocidad, y creedme, acojona ver aquello. La inmensidad en la roca, un frente de avance que no te imaginas su tamaño y una maquinaria que da miedo hasta mirarla. 

 Botas, tapones, casco y mascarilla, ADIF nos recibe con todo lujo de medidas de seguridad. Nos desplazamos en todo terrenos de 5 personas, yo, afortunado de mi, me toca viajar con el gerente y el jefe de obra y otros dos compañeros. Les acribillamos a preguntas, algunas de ellas hay que remarcar su respuesta:

- ¿Habéis trabajado fuera de España? le pregunto a ambos. "Yo he trabajado en Cataluña, y yo en el País Vasco". Grandes. Ahí pienso, estos tíos aparte de genios son amables.

Mientras vamos en el coche, reciben una llamada, les informan de una multa por la explotación de un acuífero sin permiso. Nimiedades según ellos. Los tres de atrás nos miramos a cuadros. Nos mira por el retrovisor y nos dice:

"Lo mejor que podéis hacer es una obra es tener buenas relaciones con la gente".

- ¿Todo tiene solución en la obra? le pregunta uno. El jefe de obra se pone serio: "Todo tiene solución y si no se la buscas, para eso nos pagan, lo único que no tiene solución es una muerte en una obra, por eso las medidas de seguridad aquí deben ser extremas, y si os damos casco, botas y demás es por algo". Se me taladra en el cerebro la frase "todo tiene solución menos un muerto".

- ¿Qué es lo mejor de una trabajar en una obra?. "Cada día tenemos una cosa nueva, nuestro trabajo no es estar en una oficina proyectando, el no tener una rutina quizá sea lo mejor".

- ¿Cuándo acabéis la obra, os hará ilusión ver lo que dirigis acabado?. Se ponen serios, uno de ellos toma la palabra "Yo no soy un romántico que llora cuando se produce el cale de los frentes(cale es cuando los dos frentes de excavación se comunican y el túnel se completa), yo esto lo hago por dinero, ahora, eso sí cuando el cale se produce soy el primero que le da un abrazo al director de obra, porque pelota soy, y mucho". Absoluta franqueza. Claro y directo.

- ¿Qué deberíamos hacer nosotros para iniciarnos en el mundillo?. "Mirad, lo mejor y lo único que podeis hacer para trabajar de esto es tener un contacto". Lo que todos nos temíamos, no nos sorprende pero es un jarro de agua fría.

 La conversación siguió y podría destacar muchas más preguntas del estilo. Ha sido una lección. La mejor de las clases en el punto más lejano de las aulas. La mejor clase no era de ingeniería, era de experiencia.

 Visitamos acueductos, falsos túneles y demás. Llega la hora de comer. Nos sentamos en mesas circulares. En nuestra mesa, dos ingenieros de caminos, responsables del control de la oficina técnica. Creía que no podría aprender más que con el jefe de obra, pero estaba equivocado:

-  "Mirad, nosotros si Portugal paraliza como ha hecho el proyecto ferroviario, no tenemos el culo pegado a la silla, en cualquier momento podemos estar fuera, actualmente en todas las empresas sobra gente, y en ADIF no es una excepción".

 Tomo la palabra. Mi pregunta es la siguiente:

- A un ingeniero recién titulado como nosotros que no tenemos experiencia y que nuestro inglés no es alto, ¿qué consejo le dáis?

- "Aprende inglés. Si quieres directamente trabajar busca por latinoamérica. Chile, Brasil o Colombia tienen mucha demanda de ingenieros españoles. Tenemos que tener presente que España es una potencia en construcciones civiles y por extensión, los ingenieros españoles estamos bien valorados en el mundo".

No me sorprende, podía esperarme esa respuesta y esa exhaltación de la profesión. Camadería o soberbia, no sabría definir la respuesta. Pero entonces, el otro tipo, 32 años, sentencia:

-"No tenéis que agobiaros con el inglés, lo acabaréis sabiendo, mejor o peor pero todos lo sabréis. Debéis tener claro que el éxito de la persona no está relacionada con la inteligencia para resolver problemas, si estáis en sexto de caminos todos sabéis resolver problemas, pero no triunfará quien sea más inteligente, si no quien sepa aplicar mejor una parte de esa inteligencia, la inteligencia emocional. El ingeniero que tiene buena actitud, que quiere aprender y que es honrado, tarde o temprano tendrá un hueco en la profesión"

Firmo debajo. La inteligencia emocional es la clave. Y no tanta soberbia. Soberbia sobra.




Os dejo unas fotos, para que veáis cómo se cuidan los trabajadores de ADIF:


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