martes, 15 de septiembre de 2015

3 Stage: Ginebra - Brno - Interlaken - Mindelhim


Vuelve a amanecer, otro día intenso por delante, pero probablemente, de las más bonitos de los que tendremos ocasión de disfrutar. 

Cruzamos de nuevo la frontera que nos separaba de Suiza, y por sus autopistas llegamos a Brno, ciudad no muy grande, pero sí, muy bonita. 

Tras 3 horas de viaje, estábamos aparcados en el corazón de la ciudad, la única mala noticia era que disponíamos de otras 3horas como máximo para poder disfrutarla, el horario es apretado y los destinos estaban fijados. 

Para el poco tiempo que tuvimos, supimos aprovecharlo recorriendo el centro, viendo el meandro que hace el río en la ciudad, la torre del reloj, la casa de Einstein, incluso a subir al "Rosen Garten" para apreciar las vistas panorámicas de toda la ciudad. 

No podíamos detenernos más, el tiempo corría en nuestra contra, e Interlaken, nos esperaba. Tras unos cuantos kilómetros, estábamos a los pies de los Alpes, impresiona verlos tan cerca. Ni siquiera haciendo memoria, creemos recordar haber visto algo semejante. Pero las sorpresas no hacían más que empezar. 

Pocos kilómetros más adelante, comenzamos a recorrer la orilla del primer lago; kilómetros y kilómetros que hacen que la tarea de conducir sea peligroso, tu atención, irremediablemente, se centra en el paisaje y no en la carretera. 

Aparcados en el pequeño e insignificante pueblo (comparado con todo aquello que le rodea) buscamos la oficina de turismo, donde nos informaron de las atractivas excursiones que se podían hacer, todas a aptas para sueldos suizos, no españoles.

Decidimos subir al mirador en telesilla o teleférico y hacer un recorrido en funicular, aunque la. Informadora turística no estaba nada convencida que fuésemos a tener tiempo para hacer ambas dos excursiones. 

Cogimos el coche y nos dirigimos hacia el lugar desde el que salía el teleférico, subimos montaña, seguimos subiendo montaña, e incluso superamos el punto desde el que se lanzan aquellos atrevidos que hacen parapente para disfrutar de la altura y las vistas de el impactante paisaje. 

Empezamos a mosquearnos al ver que la carretera o camino seguía subiendo, que no había ni rastro del teleférico y que ningún otro coche nos precedía o nos seguía, sin embargo, seguimos subiendo. Se acabó el asfalto y empezó el camino de tierra. Nos quedaba claro que no debíamos subir en el teleférico, nuestras vistas podrían ser más altas incluso, que la estación a la que llegase el mismo teleférico. 

Vuelta al coche después de ver el paisaje que incluía pueblo, lagos y montañas a nuestros pies y con más miedo que valentía, ladera abajo. Eso que nos ahorramos, una excursión menos que pagar, un ahorro más para viajar. 

Nos quedaba buscar el mirador que no estábamos dispuestos a perdernos. Lo encontramos rápido, compramos los tickets y esperamos turno. El tren sube, sube, sube, mucho más de lo que al inicio pueda parecer, tras varios minutos subiendo,  te encuentras a escasos 300m. del mirador. 

Una plataforma cuasi en el vacío que hace que merezca la pena, incluso recorrer otros tantos kilómetros. Sin duda, el paisaje natural más impresionante que hemos visto; no se explica, se contempla; no se cuenta, se disfruta. Hasta ahora y de largo, lo más impresionante del viaje, aunque sólo sea por ésto, ya ha merecido la pena.

Abandonamos Suiza con la certeza de que aún teníamos muchas cosas por visitar, entre ellas, Zurich o La Grande Dixence. Confiamos en poder disfrutarlo a la vuelta a nuestra querida patria. 

Debíamos seguir, aún nos quedaban horas de viaje hasta Alemania donde haríamos noche. Sin embargo, a falta de poco más de 200km, el GPS nos indicaba que nos quedaban más de 3horas para llegar, imposible, no estamos haciendo el viaje en scooter. A los pocos minutos, Cris, mirando el GPS, se sorprendió puesto que debíamos cruzar lo que parecía ser un gran puente; sin embargo, nos acercábamos sin saberlo e irrefrenablemente, a un ferry. Jamás pensamos que para llegar a Alemania fuera necesario navegar, pero, o lo hacíamos o debíamos rodear el gran lago y en consecuencia tendríamos dos horas más de viaje. Tomamos el barco sin saber siquiera el precio por el trayecto, probablemente una temeridad, pero no teníamos vuelta atrás, ya estábamos a las puertas de la barrera que no sabrían paso al ferry. 15 minutos de plácida navegación y poca distancia por delante. 

Hoy dormimos a una hora escasa de München, aunque al llegar al hotel lo encontramos cerrado. Tras un par de llamadas telefónicas teníamos llave de acceso al hotel y a la habitación. 

Nos acercamos al destino principal, circulamos por el corazón de Europa,  la vieja Europa, la bella Europa.

Buenas noches desde Alemania.

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