martes, 15 de septiembre de 2015

5 Stage: Praha



La habitación era tan barata que no pensábamos que incluyese un desayuno, ni mucho menos, desayuno bufete, el error, bajar 5 minutos antes de la hora a la que se terminaba, quedaban "los restos", aún así, desayunamos bien, no tenemos queja. 

Sacamos dinero checo del cajero y compramos 4 tickets de "tram", tranvía, para desplazarnos al centro de la ciudad, billetes que nunca usamos, pero ojo, sí subimos en tranvía. 

Tras unas doce paradas de tranvía, estábamos en pleno centro de Praha, viejo y bastante más sucio que München o por supuesto, Suiza. Pero la plaza en la que nos dejó el tranvía, nos hacia ver que probablemente estábamos en una de las ciudades más bonitas de Europa. Empezamos a andar bajo un calor contundente, sin mucho sentido, pero con toda la decisión. Tras rodear y seguir caminando, llegamos a una de las principales plazas de Praha. 
Cada plaza, cada calle, cada rincón era más bonito. Tras caminar y conocer todo aquello durante un rato, se nos echó encima la hora de comer, pero seguimos caminando, así nos dieron casi las 16h. Con una mezcla de hambre y desesperación, terminamos en un local bastante céntrico aunque pensamos que no del todo tradicional. Dos tanques de cerveza colaboraron en nuestra recuperación de fuerzas. Después de ésto, seguimos caminando, recorrimos el río, los puentes, las callejuelas... Y caminando llegamos al otro lado de la ciudad, a unas interminables escaleras, que a nuestro juicio, debían conducir al castillo, escaleras, más escaleras,  muchas más escaleras, otra vez escaleras. Otra vez, convencidos que merecía la pena subir. Subimos, por supuesto,  no sin esfuerzo. Y una vez arriba de nuevo, al igual que en Mümchen, volvía a merecer la pena. Jardines y más jardines con una vista de Praha a uno de sus lados, envidiable; al otro el castillo imponente. Teníamos a nuestros pies, la que para muchos es la ciudad más bonita de Europa.

Se nos hacía tarde, y aún queríamos dar una paseo en barco por el río, bajamos a paso ligero y buscamos el puesto de venta de tickets para nuestro pequeño viaje a bordo del barco. Veríamos anochecer navegando por el río. Extremadamente romántico de no ser por la inmensa plaga de arañas que infectaba el barco; podían contarse a decenas, de mal gusto, nada propio para una ciudad que en parte vive de los turistas. Pero casualidades de la vida, incluso vimos fuegos artificiales desde el mismo barco en una barquito cercana. Las ovejas que entran por las que salen. 

Volvimos al hotel en tranvía pero sin validar los tickets.
Toca dormir, la paliza ha sido considerable.

Buenas noches. 

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