martes, 15 de septiembre de 2015

7 Stage: Poznań - Poznań 

Amanecimos en Polonia, aún con un recuerdo del susto en el cuerpo. Desayunamos y nos dirigimos al extra-radio de Poznań donde, Ania, nuestra amiga nos estaba esperando. El cansancio acumulado hizo que llegáramos media hora tarde, pero llegamos. 

Tras media hora escasa de camino, nos encontrábamos delante de un chalet en el que no sabíamos muy bien quien se encontraba, pero estivalmente, habíamos quedado ahí. Nos recibió Ania y nos sorprendió con unos dulces típicos polacos de desayuno-aperitivo-almuerzo. La hostilidad de ayer chocando de frente con la hospitalidad de hoy. Tras una hora y media de charla, llegó el momento de conoce la ciudad; pero hacia demasiado calor como para que Niko, hijo de Ania que no llega al año, nos acompañase. Así qué la primera parada fue para dejar a Niko con su abuela. 

Ya en el centro Ania nos llevó por los lugares más pintorescos de Poznań, nos contó la leyenda del carnero y como era la típica vida polaca. El calor elevado sumado a la caminata por la ciudad, hacían que llegadas las 16h. buscásemos restaurante. De típico va la historia. Evidentemente la elección fue de Ania, quien no quería que abandonásemos Poznań sin antes probar los "pierogi", plato típico polaco que consiste en algo parecido a unas empanadillas o empanadas, rellenas de diferentes ingredientes. Se nos fue mucho de las manos. Tanto que de los 20 pierogi que pedimos, sobraron casi la mitad. Pero, por supuesto, nos los llevamos para la cena o si fuese necesario el día siguiente. 

Se hacía tarde y Ania debía recoger al pequeño Niko, así que la acompañamos para buscarle y nos recomendó que visitásemos un centro comercial de especial fama y que tomásemos un helado en una heladería destacada. 

Tras despedirnos de ella y agradecerle el tour, las explicaciones y demás hospitalidad, nos dirigimos al centro comercial. Nada relevante o especialmente diferente a un centro comercial grande en España. El tremendo calor y el cansancio nos invitaron a volver al hotel, y tras media hora en él de descanso, decidimos ir a tomar uno de esos "magníficos" helados de los que nos había hablado Ania. 

Cogimos el coche rumbo a la heladería, siguiendo las indicaciones del GPS y tras equivocarnos en una calle, metimos el coche en un bordillo más alto de lo habitual. Al sacarlo, sonó, los bajos habían tocado claramente, pero no fuimos conscientes de que hubiese causado ningún daño. 

Llegamos a la heladería, evidentemente cerrada, eran las 22h. y estábamos en Polonia y no en España. Co ganas de helado volvimos al hotel, sin embargo, en el trayecto de vuelta, empezamos a oír unos ruidos extraños en el coche. El mosqueo fue tal, que nos detuvimos en una parada de bus en medio de una calle cualquiera, pensando que algo pasaba en las ruedas, buscamos a ver que era lo que pasaba. 

Y lo que pàsaba es que teníamos los bajos del coche en el suelo, y así no podíamos continuar viaje. La aventura se terminaba, tenía tan mal aspecto que incluso pensamos en que tendríamos que volver en avión a España.

Llegamos al hotel a 40 km/h para no generar más daños, y una vez en el hotel, llamamos al servicio oficial. Eran aproximadamente las 21:30, y nos dijeron que en una hora tendríamos una grúa para inspeccionar el vehículo.

Esperamos, la grúa no llegaba, seguimos esperando, y la grúa seguía sin llegar. Y asi nos dieron la 01:30, a esa hora decidimos acostarnos.

Buenas noches, con la incertidumbre de si podremos continuar viaje. Buenas noches, tirados en medio de Polonia. La amiga de Cris se ha convertido en nuestra última esperanza. 

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